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jueves, 6 de enero de 2011

2011, dia 6.

Mi casa oficialmente quedo no solo vacia de alimentos, sino vacia de cualquier cosa que mezclada con otra cosa se convierta en algo comestible. Eran las 18, asi que el sol no iba a molestar mucho en mi excursion al supermercado. Me puse mi malla, mis zapatillas viejas negras (algo rotas, pero buenas), mi musculosa, mi mochila verde y sali.
Caminando hacia la parada del micro, atravezando la calle casi secreta que comunica el bulevard 113 con la calle 60 (calle que esta rodeada de arboles y parece un callejon de alguna pelicula rara), por la sombra que proyecto en la calle de tierra veo que no me peine y que tengo el pelo de Billy Idol. Me quedo parado y veo mi reflejo en una ventana: parezco un pingo cara de loco. Pienso "¿a quien me puedo cruzar en el centro en media hora?", cosa que me tranquiliza y sigo caminando.
Me bajo del micro lleno de gente en la esquina de mi trabajo, 6 y 50. Hago 2 pasos en direccion a la libreria Aleph y veo que mi jefe viene en direccion contraria. Me aplasto el pelo con una mano, pero al ver que es inutil (mi sombra no miente), cruzo la calle como el orto. Luego pensare que es mas sospechoso haber cruzado asi la calle que mi apariencia, pero eso sera despues.
Entro al Carrefour, dejo mi mochila en un casillero y enfilo para comprar las cosas. A los 5 minutos de estar dando vueltas, lamento mi vestimenta veraniega: me estoy cagando de frio. Despues de haber comprado las cosas y estando parado en la cola para pagar, me di cuenta de que odio comprar cosas en un supermercado. Es de gente grande, responsable, madura... no es que yo no sea esas cosas, tal vez las sea. Pero publicamente, donde la gente me pueda ver, no lo soy. O trato de no serlo.
Por eso agregue a la compra unas golosinas, unas Pringles y productos de impulso al lado de la maquina registradora.

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