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viernes, 14 de enero de 2011

2011, dia 14.

Volviendo de calle 12, caminando del lado de la sombra porque en esta epoca el calor es insufrible, a una cuadra de distancia, veo a un chico que se me hace conocido. Mientras camino voy tratando de recordar de donde lo puedo conocer y en ese momento pasan 2 chicos pequeños jugando con una pelota... y es entonces cuando todo cobra sentido.
En mi infancia, cuando iba al primario en el San Simon, yo me quedaba desde las 7:45 hasta las 17 ya que hacia doble escolaridad. Una vez finalizada la primaria propiamente dicha (a eso de las 12), almorzaba dentro de la escuela, despues tenia Plastica y luego Ingles desde las 14:30 hasta las 17. Pero entre Plastica e Ingles habia una especie de tiempo muerto en el cual uno hacia lo que queria en el patio. Los chicos que iban conmigo al primario no iban todos a Ingles, solo unos 4. Y esos 4, despues de primaria, se iban a su casa para volver para Ingles, osea que yo me quedaba solo.
Una tarde, cuando yo estaba en quinto, estaban unos chicos mas grandes, de septimo, jugando al futbol y me invitaron a jugar. Siendo yo defensor, en una jugada despejo con tanta mala suerte que la pelota va a parar a la casa de al lado, tristemente celebre por su dueño, que jamas devolvia las pelotas que caian en su propiedad. Yo me quede parado, sin saber que hacer o decir, mientras los chicos mas grandes se volvian y me miraban acusadores. "Te conviene traer la plata de la pelota mañana o te recagamos a palos". Ese dia fue eterno.
Estuve todo Ingles pensando como podria conseguir tanta plata. Eran solo 2,50 $, lo que salia una pelota de goma en el kiosko de al lado, pero para mi infantil mundo y presupuesto bien eran lo mismo un millon de pesos. No queria pedirle plata a mis padres, porque podrian surgir preguntas de para que queria plata (yo jamas pedia plata para ir a la escuela). Revise toda mi casa y, al final de ese dia, pude juntar como 1,50 $.
Al otro dia, en los recreos de la primaria, trate por todos los medios de evitar a los chicos de septimo. De todas formas, yo sabia que el momento de la verdad iba a ser entre Plastica e Ingles. Pero podia esconderme en el patio de los chicos de jardin hasta que empiece Ingles y asi me iba a salvar por un dia mas.
Pero la suerte de los niños no siempre esta afilada. En mi camino al patio de los chicos de jardin, veo que los chicos de septimo vienen caminando en sentido contrario y me ven. Uno me señala. Yo me quedo paralizado, como un conejo cuando lo alumbran con una linterna. Se me acercan y me dicen (yo temblando bajo el guardapolvos gris): "estamos juntando plata para comprar una pelota aca en el kiosko... si tenes plata para poner, podes jugar".
Yo me quede esperando sus risas y que me digan que era chiste, que me iban a cagar a palos. Pero no, al parecer realmente se habian olvidado de todo el asunto. A veces, los chicos de quinto pasamos inadvertidos para los de septimo. Les di mi plata y se fueron al kiosko. Ese dia no jugue al futbol, a pesar de que me dijeron de jugar por haber puesto plata.
Esa persona, a una cuadra de distancia, era uno de esos chicos de septimo que me hicieron pasar un dia de panico infantil. Al ir acercandome, note que el paso del tiempo hizo que yo me vuelva un poco mas alto que el. Me agarro una especie de venganza infantil, quise agarrarlo de los hombros y obligarlo a que admita que de niño era un abuson cualquiera. O que admita que molestar a chicos mas chicos no le llevo a nada en la vida. Algo le tenia que decir.
Al pasar al lado de el me di cuenta que era otra persona.

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